¿Recuerdas cómo eran los peluches y muñecos que te acompañaron en tu infancia? Seguro que hay alguno al que tenías con mucho cariño, incluso puede que aún lo tengas guardado porque tienes muy bonitos recuerdos de lo reconfortante que era poder abrazarlo, compartir tus alegrías o recibir su consuelo en los momentos que más lo necesitabas.

¿Alguna vez te has parado a pensar en lo que te benefició jugar con ellos?

Quizás no eras consciente, pero esos muñecos y animales de peluche te ayudaron a ser una persona más empática y respetuosa con los demás. ¿Cómo? Déjame que te cuente algunos de esos beneficios que tienen estos pequeños compañeros de fatigas cuando somos pequeños.

1. Empezaré por el que considero uno de los más importantes: el apoyo emocional que nos dan.

   Cuando somos pequeños, nos enfrentamos muy a menudo a situaciones nuevas y desconocidas que nos descolocan y nos pueden llegar a hacer sentir muy inseguros. En esas circunstancias, un peluche con el que nuestro hij@ tiene una conexión le va a proporcionar ese apoyo extra que necesita en ese momento. Igualmente pasa cuando está pasando un mal momento o le ha sucedido algo que le ha hecho pasar por algo desagradable.

2. Otro de los beneficios que muchas veces se pasan por alto es lo mucho que ayudan a su desarrollo emocional y psicológico.

   Ten en cuenta que les permite a los niñ@s explorar sus emociones, aprende a conocerlas y las puede expresar sin miedo a ser juzgado o reprimido.

3. Además, tener peluches y muñec@s con las que jugar les hace crear situaciones imaginarias o simuladas.

   Pueden establecer un juego de roles en el que piensan en otras personas y cómo relacionarse con ellas. Además de resolver conflictos, negociar, cooperar…Es una muy buena forma de ir adquiriendo valores y habilidades que le facilitarán a tu hij@ a socializar de una forma sana y respetuosa con los demás y consigo mismo.

4. Y por supuesto, ¡pueden llegar a ser una gran compañía!

   La relación de amistad ficticia que establece con ellos le hará tener unos roles de cuidado y protección que después trasladará a sus relaciones con otras personas o animales.

5. A nivel sensorial, el contacto con algo suave y blandito también les genera bienestary les facilita encontrar la tranquilidad.

6. Además, cuando los niñ@s están en pleno desarrollo del lenguaje, las conversaciones que mantienen con sus peluches les ayuda a escuchar su propia voz y mejorar su pronunciación, además de ir mejorando su vocabulario.

7. Y para terminar, no podemos olvidar que su peluche le proporciona una conexión directa con todo lo que relaciona con familia y hogar, algo que hace que instantáneamente le va a hacer sentir bien.

Lo habitual es que a medida que van creciendo vayan sintiendo menos la necesidad de tenerlos, pero deja que sea tu hij@ quien decida cuándo. No le presiones porque consideres que ya es el momento.

Cada niño tiene su proceso, sus tiempos, deja que sea él o ella y no hagas juicios de valor acerca de lo que crees que debería ser, le harás sentir mal por querer satisfacer su necesidad de seguir jugando con él.

La mayoría de las veces, si nos paramos a reflexionar sobre ello, lo hacemos llevados por todos los mensajes que recibimos de la sociedad que reclama una uniformidad en el crecimiento de los más pequeños, y no es real.

Todos somos diversos y debemos respetar el proceso de cada uno.

Dejemos a nuestros hij@s crecer a su ritmo y conseguiremos ver más adultos sanos y equilibrados.

Un abrazo enorme.

Cris, de Misia.